LA CAMPAÑA SE REANUDA EN URUGUAY Y TABARE QUIERE UNA VICTORIA QUE NO DEJE DUDAS

Al candidato opositor, Luis Lacalle Pou (diputado del Partido Nacional, con 41 años), le cuesta mucho capturar la atención periodística sobre su mensaje para el domingo 30. Da la batalla y en los actos sorprende la cantidad de militantes que lo apoyan con entusiasmo. Pero ya no logra la repercusión de las semanas anteriores.

Por su parte, al candidato oficialista y ex presidente, Tabaré Vázquez, las cosas le están yendo mejor que en la campaña previa y disfruta de la euforia de su gente, aunque no cesa de pedir calma y trabajo para que la victoria sea contundente, aplastante.

"El partido todavía se está jugando y festejaremos recién cuando se abra el último sobre de votación el 30 de noviembre", dijo Tabaré anteanoche en Buenos Aires, durante un acto con militantes frenteamplistas que viven en la Argentina.

Tabaré no se conformó con la victoria anticipada y transmitió a su entorno que hay que ganar por muy amplia diferencia. Eso, porque quiere mostrar a la corriente liderada por el actual presidente, "Pepe" Mujica, que el líder es él.

Los partidarios de Mujica -que promueven políticas distributivas acentuadas, buscan imprimir un signo más de izquierda al tercer gobierno y tienen el socialismo como meta final- fueron la fuerza mayoritaria en la interna del Frente Amplio.

Las cuatro consultoras que dieron encuestas la semana pasada coincidieron en que la fórmula Vázquez-Raúl Sendic tiene 52% de intención de voto, y a Lacalle Pou-Larrañaga le dieron entre 37% y 42%. Los blancos creen que van a crecer en el último tramo, ahora que la campaña se instaló de nuevo en los medios.

"Es un orgullo ver tanta militancia y compromiso. ¡Gracias!", dijo Lacalle Pou este fin de semana, en reconocimiento a sus seguidores.

Tras regresar de Buenos Aires, Tabaré ahora procura afirmar la campaña en Montevideo y en el interior (donde la izquierda creció mucho). Mientras, Mujica piensa en su incidencia en el próximo gobierno y en cómo usa su popularidad para las elecciones municipales de mayo, cuando buscará ampliar su base política.

Hace 15 días, la coalición de izquierda que gobierna Montevideo desde 1990 y todo el país desde 2005 sorprendió con una votación muy superior a la esperada. El clima previo era de fuerte paridad, y los propios dirigentes frenteamplistas reconocían en reserva que podrían perder la mayoría parlamentaria.

Pero el Frente Amplio obtuvo 48% de los votos, lo que, descontado el voto en blanco y anulado, significó 49,5% del total de votos a partidos. Con eso, ganó 50 de las 99 bancas de Diputados y 14 de las 30 del Senado.

La banca del Senado que falta adjudicar es para el vicepresidente de la república, que se elige el domingo 30 junto con el presidente.

Eso cambió el panorama político y el Frente Amplio terminó festejando una victoria por anticipado, aunque debe ir al ballottage, porque la exigencia en primera vuelta era la mitad más uno del total de votantes.

La fórmula Lacalle Pou-Jorge Larrañaga (Partido Nacional), con el 32%, ganó un lugar en ese ballottage. El Partido Colorado, histórico gobernante, cayó a 13,3% y, aunque anunció su apoyo a Lacalle Pou, la derrota cayó mal a la interna de su dirigencia y la crisis que atraviesa debilita su respaldo.

El Partido Independiente conquistó su meta de llegar al Senado, con un 3,2% que además le permitió aumentar una banca en Diputados (ahora tiene 3).

La izquierda radical, Unidad Popular, llegó al Parlamento porque con 1,2% conquistó su primera banca de diputados.

Los partidos tradicionales, blancos y colorados, basados en las encuestas previas y, de alguna manera, en el pesimismo de muchos oficialistas, confiaban en que irían al ballottage con más bancas legislativas que los frentistas. Pero cuando vieron el resultado adverso sintieron que ya habían perdido. (APFMercosur)


Fuente:  MONTEVIDEO, 17 NOV (APFMercosur)